jueves, 15 de abril de 2010

EL MITIN REPUDIO

En 1980, mientras ocurría un éxodo de personas por el puerto del Mariel, el gobierno inventó un gran movimiento popular de mítines de repudio contra aquellos que querían abandonar el país. Dicen los que saben más que yo que el objetivo de aquellos mítines era crear un escarmiento que mostrara a la gente de pueblo lo que les ocurriría si se atrevían a pensar en irse de la isla. Por cierto, en la actualidad el gobierno de Cuba repite la fórmula contra las muy dignas Damas de Blanco, pero no creo que en esta época esa fórmula le reporte iguales resultados… Bueno, ese no es el tema de esta historia.
En aquellos mítines de repudio de 1890 llovían los insultos, las piedras, los huevos (para eso sí había entonces), y a todos los iluminados que quisieron dar ese paso se les acusó de lumpens y escorias. Esas palabras nadie las conocía entonces. Entraron por vez primera en el habla popular gracias a la reiteración en los medios de difusión bajo orden oficial. Entonces la consigna que más se gritaba era: “¡Que se vayan!” Y era coreada y repetida incansablemente a cualquier hora frente a las puertas de las casas donde residían los que deseaban irse.
En la calle Marqués González, entre Neptuno y San Miguel, en Centro Habana, vivía un señor que quería irse del país y al que sus vecinos habían dado varios mítines de repudio gritando el conocido –“¡Que se vaya!”.
Al tercer o cuarto día de manifestaciones, el habitante de la casa puso un cartel en su balcón.
El cartel tuvo la virtud de calmar los mítines y dejar al ciudadano en paz hasta que logró irse del país.
En el balcón aquel, el cartel advertía:

SI SIGUEN GRITANDO, ME QUEDO.

Visto por Zaida del Río, entonces vecina.

NOTA: Esta historia es verídica y pertenece al libro aun inédito “LOS HUEVOS POR AGUA” del mismo autor de este blog.

1 comentario:

  1. Esta buena la historia, lo que fue muy duro eso y aun siguen existiendo, esos actos imperdonables!!!,hasta cuando??????

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