jueves, 12 de agosto de 2010

MARNIA VUELVE AL ATAQUE

LA MARQUESA DE ALBAÑALES AGUAS CONTRAATACA REMEMORANDO MOMENTOS DE LA VIDA DE LA BARONESA DE BEMBO SUELTO. ANUNCIAMOS QUE LA BARONESA YA ESTÁ PREPARANDO LA PRÓXIMA RESPUESTA.



A Margara Teodosia de Hoyos Grandes,
Baronesa de Bembo Suelto.

Márgara Teodosia, mi tan desafecta:

En estos días de activa participación religiosa he dejado de saber de usted, ¿Feneció usted por fin? ¿Ya dio usted su caída? Si es esta la feliz circunstancia reciba en mi nombre y el de mis seguidoras mi más sentida y alta gratitud al Señor.

Si por esas aberraciones de la naturaleza aun es usted viva ¿por qué oscuras razones no tengo noticia suya? ¿Me olvidó usted? No imagino hiena tan ingrata. A la ciudadela donde resido no llega “EL HERALDO DE PALO CAGAO”, y como es el único donde se menciona su nombre, seguramente tampoco se compre mucho.

Mas yo insisto en saber de usted. Tanto necesito saber de sus males que el año antepasado en un rapto de angustia, apuñalé al cartero con la espumadera luego de que me jurara por sus tres hijos que no había carta suya. ¡Tantos cuidos que le prodigué en estos noventa y tantos años de fervorosa persecución!

Recuerdo claramente cuando éramos jóvenes y yo repartía la merienda en la cosecha del canistel pintón en el año trece. Estábamos entonces en el reclusorio Crica Seca y yo le separaba a usted doble ración de pan con almíbar y extracto de henequén. Recién salía usted de su segunda crisis de alergia a la verdolaga ¡Ah! entonces yo la cuidé con dudoso esmero: yo fregué aquellas pústulas con toronja y ciforé, yo arranqué sus escaras con violencia fraternal y usted en cambio, arrancó a pegar unos gritos espeluznantes que cuartearon las paredes de la galera y provocaron la famosa estampida de reclusas que la revista de sociedad “CORAZÓN SAJORNAO” mencionara como el inicio de la EPIDEMIA DE LA TORTILLA.

Y años después, ¿quién si no yo cosió día y noche, y entonando a viva voz el aria “…¿Perqué ¡oh Dío! non si muore la questa perra?”, el túnico de doscientas treinta y dos lentejuelas marronas con que debutó usted como danzarina solista de nado sincronizado en la Bahía de Nipe? Bien es cierto que no se hundió usted como deseábamos, pero no puede negar que hizo uno de los mejores ridículos de su carrera.

Deberían ser tantos y tan entrañables los recuerdos que conserve de mí que no encuentro pretexto a su olvido.

Claro, Doña Márgara, que ya no somos las mismas, pero pienso debería hacer su esfuerzo y procurarme noticias suyas. Ruego al Altísimo haberla animado a suicidarse con estas alegres memorias de nuestras dignas existencias.

Queda, muy disgustada por cierto, de usted su siempre:


Doña Marnia Mirna de la Cuétara y de la Gándara Pajarón.
Marquesa de Albañales Aguas

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